miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Para qué dormir si puedo soñar despierta?

Anoche pude dormir, y hoy me levanté temprano, rutinariamente, medité, preparé el té, me comí una mandarina, después de un vaso de agua con limón, me puse la ropa de yoga, mis anillos y mi pulsera, mis accesorios, usé la compu, estudié, dormite y me fui a yoga. Volví, cociné, tomé mates mientras estudiaba, hice una torta, comí mientras estudiaba. Fui a llevar la ropa a lavar, volví, estudié, y me fui a la cama. ¿A dormir? Ilusa. Ilusa ella no quiere darse cuenta que está sufriendo de insomnio. ¿Para qué dormir si puedo soñar despierta? Ha de verse que hay unas cuantas cosas en proceso de digestión, si duermo no digiero. Quizás para eso uso yo el tiempo libre: Delirar.

Me levanté a fumar, después de leer en la cama. Fumé en la ventana de la cocina, a modo de meditación estimulada, pero me fue mal, me bajó la presión el mundo se puso "upside down" por un momento sentí la misma sensación de estar completamente droga: adiós le dije a mi percepción de la realidad. Y comí otra mandarina, y un caramelo ¡¡¡Glucosa !!! miré a mi alrededor, los objetos: el mandala en la puerta de mi cuarto, teñida de rosa, por el efecto de la luz a través de la cortina, el reflejo de la sartén en los azulejos (como un espejo), y mi planta nueva un potus que me regaló una amiga  que me miraba desde la ventana, las burbujas pintadas en el lapicero, y las cáscaras de la mandarina que iba consumiendo, ingiriendo. Las gotas de agua sobre las paredes de la botella casi vacía. Todos los objetos, todos, y yo, mirándonos analizándonos. Claro, con Radiohead de fondo, estimulando mi cerebro, ya perturbado por el humo y la nicotina.

Algo me lleva a pensar, que si quiero puedo hablar con todos los objetos, y que el potus me desafía, no ya como en las películas de imaginación y las drogas, sino ya como una consciencia superior a todos nosotros, que nos une en un lenguaje único, común, no de palabras, no de gestos, sino más bien de vibraciones, de pulsos. Algo me conectó a ellos, todos al mismo tiempo. La unidad es un sensación en mi casa. ¿Que me lleva entonces a publicar esto? Martín me dijo : que bueno que no tengas miedo de exponerte. Quizás es una forma menos personal de trasladar a este mundo, lo que sentí en aquel otro mundo. Ya que realidad y fantasía están sólo separadas por una tenue divisoria, con límites difusos.

Mientras comía la mandarina y miraba el potus (que tiene nombre, si, todo en mi casa tiene nombre) sentía la a temporalidad que nos unía a los tres. El hecho de que los tres estamos hechos de los mismos elementos, y lo que nos separa a uno del otro es una cuestión temporal, la cual salteamos en el presente para reunirnos los tres. Con lo cual entonces, el tiempo no existe. Solo nosotros nos deslizamos en un hilo, y vamos cambiando, de forma, de estado. Potus, mandarina, Mecha. Quizás los tres fuimos cada uno en otro tiempo. O más bien, tuvimos, tenemos elementos de cada uno. Tal vez el potus y la mandarina comparten moléculas de un antepasado común, nutrientes que desde lugares remotos, en tiempos remotos se están moviendo por el fino hilo de la materia, cambiando de forma, de estado, y hoy son Potus y Mandarina. Tal vez yo, bebí el mismo agua que percoló de las tierras del potus mayor y hoy soy Potus, Mandarina, y Mecha.

Mirar fijo el mandala, y el reflejo de la sartén, me dieron su aval, y me dijeron que tenía razón. Pero que nunca lo iba a comprobar, nunca lo iba a saber.

Vivir en los delirios del borde de la cornisa  siempre "casi a punto de caer" es lo que lleva al nerviosismo, es lo que no nos deja dormir. Es lo que nos hecha de la cama a patadas, para adentrarse en los mares de uno mismo, en el desafío de navegar sin naufragar y triunfar con un aprendizaje. ¿Verdadero? Útil.

Sírvanse todos los objetos de hablar, de entender. Por que la facultad de hablar, no es única del ser humano. Única es su facultad de creer que es el único capaz de comunicarse racionalmente. Sírvanse todos los objetos de hablar, por que todos habitamos el mismo Universo, y las facultades se definen en su utilidad. La verdad, el bien el mal, el valor, han de ser todos conceptos subjetivos, sujetos a las apreciaciones de quién se aproxima a ellos. Son, sí, claro que son en si mismos  por las apreciaciones que nosotros los seres pensantes hacemos de ellos, son tan variadas como las concepciones mismas.

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