miércoles, 17 de diciembre de 2014

Los años no vienen solos

Iba caminando, iba sin rumbo, iba buscando, ¿o iba dejándome encontrar?
Lo que quería encontrar era con quién compartir ese espacio, tan mío, tan propio.
Y me confundí, y no era.
Iba andando en bici, iba tratando de escaparme de mis pensamientos. Iba queriendo dejar mi mente en blanco, y ella no quería.
Y para condenarme, y para penalizarme organizó todos mis sentimientos, y los puso juntos frente a mi, y me dijo "hacete cargo".
El llanto fue de esos, de esos viejos, de los que ya me escucharon hablar. Y como alguien recién salido del Borda pedaleaba, llorando y riéndome al mismo tiempo.
No sabía, no entendía si sentía tristeza o si sentía una felicidad inmensa. No me importó.
¿Por qué?
Por que sentía, sentía a más no poder. Como si todo mi cuerpo fuera un sentimiento, uno sólo, el centro del Universo y todos juntos. Salían de mi, desde mí hacia el mundo, en ese mar de llanto y transpiración.
Me estaba transpirando el corazón, diciéndome: Acá estoy, esto soy, esto sos.
Y me reafirmé, me hice más fuerte.
Ya no iba, estaba, sentada, fumando.
 Y en ese humo, denso y liviano, que buscaba el techo y me miraba con sus matices grises, todo se volvió tan claro.
Mi mente me dijo, acá estoy, esto soy, esto sos.
Y nos organizamos, y nos amigamos... Y entendí lo que era importante.
No me traigas tus frustraciones, no me las des a mí. Contámelas y después hacete cargo.
No llegues cansado y sin ganas de ser responsable de tu propia felicidad. Por que vos y yo sabemos que es un trabajo difícil, pero que no podemos vivir de otra manera.
 No me pidas que tiña tus canas. Hablame de las aventuras que te llevaron a tenerlas.
No me des un doble discurso. Arriesgate y tomá una posición.
No me mientas. Decime una verdad que me duela, pero que sea geniuna.
Teneme paciencia cuando quiero aprender.
No me cortes las alas simplemente por que vos ya no querés volar.
Animate a vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario