jueves, 6 de noviembre de 2014

A las aves

Por su liviandad, por su libertad, por su capacidad de levantar vuelo y desaparecer en el horizonte, por sus cantos, por su misterio... Por que representan "lo que quiero ser".

Característica del mes de Noviembre, una revolución de miles de sensaciones al minuto, al segundo, al instante. Un subir y bajar, un ir y venir, un adelante y atrás, derecha, izquierda, constantemente. De momentos me quiero quedar en este instante, en esta burbuja de paz interna, de conexión interior y desconocimiento de lo que pasa afuera. Y de momentos quiero salir corriendo, corriendo y no parar. Quizás es lo mismo.

Quiero vivir, quiero sentir. Vivo y siento. Miro adelante y hay una nebulosa, una niebla, densa, negra y pesada, me paro y no se que hacer. Siento miedo, pero un gran deseo de aventurarme en esa densidad y dejar que sea. Ser.

Me abruma y me excita la incertidumbre, el infinito abismo. Es como si mis dos yoes, completamente opuestos esperan algo de mí. Están atentos, están expectantes, están entregados. Estamos entregados, y no nos queda otra que vivir, juntar los miedos, los deseos y llevarnos.

Las aves vuelan, son libres, levantan vuelo y dejan la Tierra. Pero nada les asegura que el Cielo es más seguro, nada les de certeza. En el Cielo hay tormentas, hay frío, hay lluvia que nos moja las plumas, hay miedos, hay ansiedades. Las admiro por tener la capacidad de alejarse, pero... ¿ Qué pasa en su viaje?

Nadie lo sabe, nada es seguro, nada es certero, nada es ilimitado...
Dejo de creer en lo eterno, dejo de admirar lo ilimitado... Vuelo y camino, entiendo. Tomo y dejo.

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