miércoles, 29 de agosto de 2012

Dos o tres segundos de ternura




La luz se asoma por debajo de mi puerta,
pero mi cuarto se niega a iluminarse.
Las sombras de mis plantas me atacan desde de la ventana,
y me di cuenta que mi cuarto es lo único que me pertenece en esta casa.
Mi hermano me echó.

Pero nadie, ni los años, me pueden robar el olor de aquel jazmin,
la penuria de Aute,
tres lagrimas boca abajo,
las ganas de “vos”.

Los fantasmas de mi habitación acusan el paso del tiempo,
Mis recuerdos acusan la edad

Y mi inconsciente se niega a dejar de soñar.

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